¿Sabías qué?
El autor de Martín Fierro, José Hernández (1834-1886), nos legó algunas proposiciones acerca de, lo que podemos decir, fue su cosmovisión valórica de la educación. Mi deseo es compartirlas contigo, procediendo a darle una redacción apropiada en esta nota. [1]
En primer lugar, debemos tener en cuenta que en esa época, siglo XIX, los libros constituían, junto con las clases, los principales medios de educación y, en cierto sentido, lo siguen siendo actualmente junto con los medios que son la Radio, la Televisión, la Computación e Internet, etc.
Para José Hernández el libro está destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lectura, además a servir de provechoso recreo después de nuestras fatigosas tareas o trabajos habituales. Pero, los libros dice él y, como nosotros agregamos, todos los nuevos medios, debieran cumplir con los que nos señala el autor de Martín Fierro:
“Enseñando que el trabajo honrado es la fuente principal de toda mejora y bienestar.
Enalteciendo las virtudes morales que nacen de la ley natural y que sirven de base a todas las virtudes sociales.
Inculcando en los hombres el sentimiento de veneración hacia su Creador, inclinándolos a obrar bien.
Afeando las supersticiones ridículas y generalizadas que nacen de una deplorable ignorancia.
Tendiendo a regularizar y dulcificar las costumbres, enseñando por medios hábilmente escondidos la moderación y el aprecio de sí mismo; el respeto a los demás; estimulando la fortaleza por el espectáculo del infortunio acerbo; aconsejando la perseverancia en el bien y la resignación en los trabajos.
Recordando a los padres los deberes que la naturaleza les impone para con sus hijos; poniendo ante sus ojos los males que produce su olvido; induciéndolos por ese medio a que mediten y calculen por sí mismos todos los beneficios de su cumplimiento.
Enseñando a los hijos cómo deben respetar y honrar a los autores de sus días.
Fomentando en el esposo el amor a su esposa, recordando a ésta los santos deberes de su estado; encareciendo la felicidad del hogar; enseñando a todos a tratarse con respeto recíproco; robusteciendo por todos estos medios los vínculos de la familia y de la sociabilidad.
Afirmando en los ciudadanos el amor a la libertad, sin apartarse del respeto que es debido a los superiores y magistrados.
Enseñando a los hombres con escasas nociones morales, que deben ser humanos y clementes, caritativos con el huérfano y con el desvalido; fieles a la amistad, gratos a los favores recibidos; enemigos de la holgazanería y del vicio; conformes con los cambios de fortuna; amantes de la verdad, tolerantes, justos y prudentes siempre.”
[1] José Hernández, Martín Fierro. “Cuatro palabras con los lectores”, p. 65 y ss. Editorial Ercilla S.A., Santiago de Chile, 1985 .
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