19 abril, 2010

I CHING



 

¿Sabías qué?

Hermann Hessse (1887-1962), Premio Nobel de Literatura en 1946, nos cuenta del I Ching y de su experiencia con él. Textualmente dice:

Hay libros, libros de santidad y sabiduría, en cuya compañía y atmósfera se puede vivir durante años; libros que es imposible leer como se leen otros libros. Hay partes de la Biblia que pertenecen a esta categoría, y el Tao-te-king. Es suficiente una sola frase de estos libros para sentirse colmado, para ocuparse y para reflexionar durante mucho tiempo. Estos libros se tienen al alcance de la mano o se llevan en el bolsillo cuando se va a pasear por el bosque, y nunca se leen durante media hora seguida, sino que cada vez se toma una sentencia, una línea, para meditar sobre ella, para conocer un poco más – después de las futilidades del día, incluidas las otras lecturas – la escala de valores de los grandes y los santos.

Considero una dicha haber encontrado un libro equiparable a estos dos. Evidentemente, como los otros, es un libro muy antiguo, se remonta a miles de años, pero hasta ahora no se había intentado traducirlo al alemán. Se titula I Ching, el libro de las transformaciones, y contiene la antigua sabiduría y magia de China. Se puede utilizar como libro de oráculos para hallar consejos en los momentos difíciles de la vida. Se puede utilizar y apreciarlo “sólo” a causa de su sabiduría. Hay en este libro, que nunca podré comprender más que intuitivamente y en momentos aislados, un sistema de símiles para todo el mundo, basado en ocho cualidades o imágenes; de ellas, las dos primeras son el cielo y la tierra, el padre y la madre, el fuerte y el dócil. Esas ocho cualidades son expresadas por sendos signos de gran sencillez, que se combinan entre sí y ofrecen sesenta y cuatro posibilidades, en las cuales se basa el oráculo. Se pregunta al oráculo y se obtiene más o menos esta respuesta: “Verdad interior: cerdos y peces ¡Salvación! Es necesario cruzar el gran río. Es preciso tener perseverancia.”Entonces se puede meditar sobre ello; además, dispone de comentarios.

Este libro de las transformaciones está desde hace medio año en mi dormitorio, y nunca he leído más de una página seguida. Cuando miramos una de las combinaciones de signos, nos sentimos invadidos por Ch’ien, el Creador, y por Sun, el Bondadoso, por lo que no es lectura, ni tampoco meditación, sino una contemplación de agua corriente o nubes pasajeras. Todo cuanto podemos pensar o vivir está escrito aquí (Una mirada al Lejano Oriente, 1925).






                                 

 



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