¿Sabías qué?
Epicteto (Hierápolis, Frigia, h. 50 – Nicópolis, Epiro, h. 130) fue un filósofo esclavo y posteriormente desterrado. Hasta donde se sabe no dejó obra escrita, pero sus enseñanzas se conservan en un “Manual de Vida” y en unos “Discursos” que fueron redactados por su discípulo Favio Arriano. Su nombre en griego es επικτετος, epiktetos, que significa “adquirido” o “comprado”, viene de esa época, pero se ignora su nombre de nacimiento.
La siguiente es una de sus sabias enseñanzas:
No se trata tanto de qué estás haciendo como de cómo lo estás haciendo. Mientras comprendamos correctamente este principio y vivamos con arreglo al mismo, aunque surjan dificultades (pues también forman parte del orden divino), la paz interior seguirá siendo posible (Epicteto: “Armoniza tus actos con la vida tal como realmente es” en Un Manual de Vida, p. 22. Una nueva interpretación por Sharon Lebbell. Grafos S.A. Barcelona. España, 1997).
Es decir, toda vida humana consiste en ‘quehacer’, en ‘faena’, en ‘tarea’ para ir ‘siendo’. En otras palabras, cada cual, día a día, realiza varios y diverso ‘haceres’ o ‘actividades’ y, mediante su ‘quehacer’ va ‘siendo’ una ‘biografía’, una ‘historia’ personal, una determinada ‘persona’; va perfilando su ‘personalidad’, de acuerdo a su ‘vocación’. Ahora bien, se puede ser o no ser leal a la ‘vocación’, al llamado de esas ‘voces’ que escuchamos ‘dentro de sí’ como ‘fuera de sí’ y que nos “dicen” lo que, en esencia, ‘somos’ y ‘debemos ser’.
Siguiendo este principio de Epicteto, por ejemplo, como estudiante puedo estar haciendo alguna tarea cualquiera, leyendo, dibujando, usando el computador, escribiendo un ensayo, mirando un mapa, etc., pero la pregunta es: ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Lo estoy haciendo bien o mal? ¿Lo estoy haciendo con interés o sin interés? ¿Lo estoy haciendo con o sin empeño? ¿Lo estoy haciendo con más o menos calidad? Y, aunque “surjan dificultades” en lo que estoy haciendo como dice este filósofo, de ello depende mi ‘estado de ánimo’, ‘el sentirme satisfecho o no consigo mismo’, ‘el estar o no contento y alegre’.
Y, en definitiva, como dice este maestro, del ‘cómo’ uno está haciendo lo que, día a día hace, con o sin dificultades, “la paz seguirá siendo posible”. Ahora bien, uno se pregunta: ¿Puede existir un bien mayor para mí que mi propia ‘paz de espíritu”, que mi propia ‘serenidad’, que sentirme en ‘armonía conmigo mismo y en armonía con todos los demás seres que me rodean?
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