23 febrero, 2010

La Mamadre

¿Sabías qué? (*)

“Hay un poema de Pablo Neruda que expresa muy bellamente el sentido de la vocación y la altura que asume quien es leal a ella. Es el poema ‘La Mamadre’ dedicado a su madrastra doña Trinidad Candia para la que prefiere el apellido Marverde”. [1]

La Mamadre [2]

La mamadre viene por ahí,
con suecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendiéndose
para que todos vean el camino.

Oh dulce mamadre
- nunca pude
decir madrastra –
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque, apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan

(*) Hoy martes 23 de febrero de 2010, está de cumpleaños mi amada esposa, ella tiene también las virtudes de una gran mujer como lo fue Trinidad Marverde. Ellas  me motivaron para solamente transcribirles estos versos del gran poeta y un par de sabios párrafos de un gran profesor.

y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.

Ay mamá, ¿cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible, yo llevo
tu Marverde en mi sangre,
el apellido
del pan que se reparte,
de aquellas manos
que cortaron, del saco de la harina,
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura
al pequeño ataúd
donde por vez primera estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.[3]

“Tanto de Trinidad Marverde como de Lincoln, de Gandhi, de Luther King o de Francisco de Asís, se puede afirmar que aunque aulló la noche entera con sus pumas fueron lámparas para que todos vieran el camino; a cada cual se le puede decir: la vida te hizo pan y allí te consumimos. Cada cual sacó del áspero cereal de la pobreza un río de diamantes; y cada cual se fue de la existencia cuando todo estuvo hecho, es decir, cuando ya había jugado la vida por la vida de otros, cuando ya había cumplido la misión de alumbrar lo humano en el mundo.” [4]


[1] Citado por Gabriel Castillo Inzulza: Educación de Anticipación, p. 23 -  3ª edición chilena corregida. Impresos Universitaria S.A. Santiago de Chile, julio de 1997.

[3] G. Castillo I., Id., pp. 24-25
[4] G. Castillo I., p. 27

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy hermoso y una gran lección de amor. Ojalá lo aprovechen los jóvenes. Miguel.

Unknown dijo...

Que maravilloso poema Pepe, felicidades a tu querida esposa...
Sonia

Anónimo dijo...

Lindo. Muchas gracias. Ximena