Es muy conveniente considerar las principales variables [1] que define la antropología filosófica [2] para empeñarnos en vivir mejor y formular nuestro proyecto de vida personal, profesional, laboral, etc.
1. La temporalidad. Todo ser humano tiene sólo un ‘tiempo’ para vivir y tratar de autorrealizarse. En nuestra cultura occidental concebimos el ‘tiempo’ en tanto es pasado, presente y futuro. Concretamente, es cada día, cada etapa de nuestra vida. La ‘historicidad’ es esencial en nuestra vida, en la formulación de nuestro proyecto vital. La ‘programación’ en el ‘tiempo’ es aconsejable. Ahora bien, la autorrealización personal puede empezar en cualquier momento. El proyecto tiene tiempo. [3]
2. El grupo. Como sostiene Gabriel Castillo Inzulza, [4] “somos en comunidad”. Necesitamos padres, hermanos, antepasados, parientes, amigos, vecinos, colegas, etc. Somos, de hecho, ‘pueblo’, ‘iglesia’, ‘club’, etc. Para vivir y elaborar un proyecto de vida necesitamos recibir del grupo, de la comunidad, de la sociedad. En una de sus dimensiones, el hombre es un ser esencialmente social. [5]
Ahora bien, todo ser humano recibe del grupo, pero también retribuye al grupo. Desde la perspectiva de los valores, son ejemplos: la ‘amistad’, la ‘solidaridad’, la ‘fraternidad’, etc. Y, en cuanto a nuestro hacer, profesional o no, el grupo es el principal destinatario, por ejemplo, se hacen zapatos, se construyen puentes, escuelas, hospitales, se hacen investigaciones, etc. La ‘familia’, la ‘escuela’, las ‘organizaciones’ en general, son decisivos en los ‘proyectos vocacionales’.
3. La cultura. Considerada como el entorno de ‘valores’, de ‘normas’, de ‘comportamientos’, de ‘productos’, de ‘manifestaciones’ que va ‘creando’ el grupo, es, en otras palabras, el ‘espacio espiritual’ de nuestro proyecto personal, profesional, laboral, en suma, de nuestro proyecto de vida. Y de acuerdo a los antropólogos, a los sociólogos y a las ciencias sociales y a las humanidades en general, las subculturas (la ‘clase social’, la ‘raza’, el ‘hábitat’, la ‘oferta’ y la ‘demanda’ de todo tipo, las ‘modas’, las ‘legislaciones’, la ‘educación’, etc.), son los ambientes más cercanos. Ahora bien, nuestro proyecto ni acepta ni rechaza totalmente cada uno de esos ‘ambientes culturales’. No obstante, aquí se produce un ‘dinamismo cultural’, al cual nuestro proyecto coopera, con sus limitaciones, con sus ventajas.
4.La corporalidad. Se considera como el ‘gran medio’ y o como el organismo ‘expresión’ de nuestra vida y de nuestro proyecto vital. [6] Para potencializar nuestras ‘posibilidades vocacionales’, es esencial considera el ‘tipo corporal’, la ‘raza’, las ‘aptitudes’ de todo orden (intelectuales, artísticas, etc.), incluso la ‘inteligencia’ y los ‘tipos de inteligencias’, las ‘hormonas’, el ‘sistema nervioso’, etc. Son elementos de decisión. Las ‘incapacidades físicas’ o ‘congénitas’, las ‘enfermedades’, etc., son “limitaciones”. De ahí que, entonces, desde la más temprana edad, el cuerpo debe ‘cuidarse’, ‘rehabilitarse’, ‘perfeccionarse’ y “amarse” sin inmoralidad porque es el instrumento de la ‘vida y del quehacer vocacional’.
5. La sexualidad. Siempre presente en la vida humana, en sus cuatro niveles: ‘genitalidad’, ‘eros’, ‘filia’ y ‘caridad’, son elementos constitutivos de nuestra ‘personalidad’ y son también una ´tarea de desarrollo’. Desde la perspectiva de los valores o virtudes (‘templanza’, ‘honestidad’, ‘alegría’, etc.), son su ‘mejor potenciamiento perfectivo’. [7] Todo ‘proyecto personal de vida’ incluye ‘decisiones sexuales’ tanto en la línea del ser como del hacer humano.
6. La afectividad. Todo proyecto personal va acompañado de afectividad tanto en su constitución como en su ejecución. El ‘sentimiento’, la ‘ternura’, la ‘pasión’, las ‘emociones’; en fin, el amor en sus diferentes tipos y niveles, embellecen nuestra vida y nuestro proyecto de vida. Su estudio y cultivo son indispensables. El amor – todas sus expresiones - constituye nuestra máxima energía vital.
7. La racionalidad. En gran medida garantiza la ‘verdad’ y ‘moralidad’ de nuestra vida y de nuestro proyecto vocacional. La ‘inteligencia’ es susceptible de desarrollo perfectivo por la educación y orientación. Así como, su ‘ejercicio’ en la ‘iluminación’ para la toma de decisiones, es la condición previa en vista de realizar un proyecto espiritual superior de vida.
8. La libertad. Es la que, en definitiva, ‘da más vida’ a nuestro proyecto total. Es la ‘educación de la libertad’ (de la toma de decisiones, de la responsabilidad, de la perseverancia y coherencia), la que hace posible que nuestra ‘vocación’ se convierta en ‘misión’ y, humanamente, nos podamos ‘autorrealizar’.
[1] Vamos a enumerar y describir brevemente cada una de estas variables, según Emerich Coreth, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica. Editorial Herder, España, 1980. Esta nota la hemos basado además en Apuntes de Clases de Cursos del Postítulo de Orientador, especialmente, en los cursos realizados con nuestro ex profesor y amigo ya fallecido, Mario E. González O.
[2] La Antropología Filosófica es llamada también “ Metafísica de la vida humana” o “Teoría general del Hombre” por la Escuela Filosófica de Madrid, fundada por José Ortega y Gasset.
[3] “Nunca es tarde” proponernos como objetivo autorrrealizarnos , tenemos las capacidades para empeñarnos en lograrlo en algún grado, conociendo y desarrollando nuestras potencialidades.
[6] Al respecto, te recomendamos leer de José Ortega y Gasset, “La expresión, fenómeno cósmico” en El Espectador.
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