06 septiembre, 2010

El despertar de nuestra conciencia


Cita:

“Es el despertar de la conciencia que la filosofía alcanza con Sócrates en el ejer­cicio de su tarea de purificación espiritual y que se afirma con el dictamen del oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo. Pero no ya en el sentido originario —"sa­be que eres mortal y que no debes pensar en cosas divinas"— sino, por el contrario, en un sentido procedente de las creencias órfico-pitagóricas: "sabe que tienes un alma divina y debes purificarla de todo lo que es indigno de su naturaleza y de su tarea".

Según Jaeger (Paideia, II, pág. 42 y sigs.) en esto consiste el primer momento del magisterio socrático, el protréptico, que precede al indagativo (élenkhos), Sin embargo, este momento previo exhorta­tivo por un lado no tiene eficacia en sí, sino sólo al realizar concretamente la refutación (élenkhos), y por otro lado, in­cluye ya, en su llamado a la vergüenza ante sí mismo, un concepto doctrinario implícito que es el concepto religioso del alma, fuente y base de la exigencia moral e igualmente de la cognoscitiva. Por eso, "la vida sin examen es indigna del hom­bre" (Apol., 37a), en tanto que el cono­cimiento de sí mismo constituye la con-dición, o mejor, la esencia misma de la sabiduría y de la virtud, únicas que nos transforman en mejores a cada uno de nosotros (cf, Carm., 164; Alcib. pr.t 128-133).

"Conócete a ti mismo" significa: ad­quiere conciencia de tu fin y de tus faltas reales; la primera de éstas, la que impide toda enmienda espiritual, es la creencia de no tener faltas, esto es, falta de cono­cimiento de sí mismo y de la verdad que se esconde bajo la ilusión y pretensión de sabiduría. Saber que no se sabe, es decir, adquirir conciencia de los problemas y de las lagunas que escapan a la pretendida sabiduría: he ahí el primer resultado del examen y conocimiento de sí mismo, pri­mera sabiduría verdadera” (Rodolfo Mondolfo, Sócrates, p. 26. Editorial Universitaria de Buenos Aires).



Comentario:

 La frase “conócete a ti mismo” es la inscripción que se encontraba a la entrada del templo o santuario de Apolo en Delfos. "Nosce te ipsum" es la versión latina de la griega original "Gnoqi Seayton". Sócrates interpreta el sentido verdadero y profundo de esta sentencia “procedente de las creencias órfico-pitagóricas: sabe que tienes un alma divina y debes purificarla de todo lo que es indigno de su naturaleza y de su tarea". Es decir, nos hace un llamado a tomar conciencia de que poseemos un alma divina y que, por lo mismo, debemos “purificarla de todo lo que es indigno de su naturaleza y de su tarea".

Del ejemplo de Sócrates y de su doctrina-praxis, debemos convertirnos en aprendices para conseguir el ‘despertar de nuestra conciencia’, para ‘darnos cuenta’, para que se produzca este “insight”; esta experiencia profunda y poderosa en nuestras vidas; a saber: que tenemos un “alma divina” y que debemos “purificarla”.



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