25 julio, 2010

“Los pilares del futuro son el saber y el afán por experimentar”


¿Sabías que?

"Also lautet der Beschluss: dass der Mensch was lernen muss”: “a nadie estorba el saber, ni está de más aprender”, dijo:

Wilhelm Busch (Wiedensahl, 1832 - Mechtshausen, 1908) Caricaturista alemán. Perteneció a una familia muy humilde (su padre era mercero rural y sus parientes campesinos), y dio pruebas de una inteligencia precoz. Estudió al principio en una escuela profesional de Hannover, y luego en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf; luego estuvo en Amberes, y tras una breve permanencia en Holanda (donde se embriagó con la gran tradición pictórica nacional) pasó a la Academia de Munich.

Tenía veintisiete años cuando la revista Fliegende Blätter publicó su primera "viñeta con texto". A partir de entonces fue ésta su forma de expresión más corriente. Nacieron así muchísimas historias ilustradas, con un texto en versos fáciles y agradables, de tono jocoso; el dibujo resulta siempre caricaturesco, y presenta cualidades estilísticas seguras y bien diferenciadas, y el texto es, en general, una obra maestra de agudeza, llena de ingeniosas ideas rítmicas y verbales, con un lenguaje sentenciosamente trivial: todo ello daba lugar a un divertido humorismo de matiz pesimista.

De 1865 son los dos héroes más famosos, Máximo y Mauricio; de 1872, Elena la piadosa; y de 1877, Tobías Knopp. La sátira del mundo burgués no poseía intenciones morales, y sí únicamente una finalidad descriptiva de carácter humorístico; sin embargo, Busch se burló siempre de la hipocresía y del filisteísmo. En cierta ocasión puso su arte al servicio de una idea: ocurrió ello durante el "Kulturkampf" (la lucha de Bismarck contra la Iglesia romana), con la sátira antijesuita El Padre Filucius

En los veinte años de actividad más intensa, o sea de 1864 a 1884, alcanzó Busch la celebridad y el bienestar. Luego se retiró al campo, y se dedicó a la apicultura y a las indolentes meditaciones. No dejó de dibujar; pero, sin embargo, cultivó con preferencia la poesía y la filosofía, es decir, la forma de reflexión ingenuamente pesimista que había inspirado su arte. Su mentalidad fue, en esencia, la de la burguesía alemana liberal y laica; ello explica su éxito precisamente en el mismo ambiente que tanto satirizara.


 Niños jugando con el barril de Diógenes de Sínope, El Perro





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