20 junio, 2010

Bruno Sandoval


¿Sabías qué?

A veces, encontramos información que vale la pena conservar, sobre todo, como un recuerdo permanente de que, la historia personal de cada ser humano, es única e intransferible. Creemos que es mucho lo que podemos aprender de lo que hace y le pasa a todo prójimo como de lo uno hace y  le pasa, porque, como bien dice a nuestro juicio José Ortega y Gasset, la vida humana es precisamente eso, “la vida es lo que hacemos y nos pasa." La siguiente noticia publicada, entre otros medios, por el diario La Tercera de Chile, es un ejemplo:

El 27 de febrero del 2010 un terremoto de 8,8 grados, el quinto más fuerte de la historia, azotó a nuestro país, dejando pueblos devastados y miles de damnificados.

Bruno Sandoval, artesano, sostiene una ajada bandera chilena en Pelluhue. Se transformó en un ícono del maremoto que afectó la zona centro-sur de Chile.

Sandoval, de 26 años de edad, dice que nunca se imaginó el impacto que generaría su imagen sosteniendo una ajada y sucia bandera chilena en medio de los escombros que dejó el tsunami en Pelluhue, en la zona sur del Maule.

La fotografía apareció en diarios, televisión y luego se hizo habitual en redes sociales como Twitter y Facebook, como símbolo de la tragedia.

Pero Sandoval no estuvo a la hora del terremoto en esa playa. Este artesano de profesión estaba en Talca con unos familiares, pero viajó en cuanto amaneció a buscar a su madre, que estaba en Pelluhue. En ese balneario, Sandoval se instalaba todos los veranos para vender pulseras y aros a los veraneantes, frente a la parroquia de la localidad.

"Primero fui a ver a mi hijo y luego me conseguí un auto con un amigo y me fui a Pelluhue", recuerda Sandoval, quien detalla que en el camino era difícil percatarse de la magnitud del desastre, por la niebla imperante.

"Cuando llegué a Pelluhue no había nada. El pueblo estaba vacío. Mi casa estaba totalmente destruida y mi madre no estaba por ningún lado". Allí había dejado varias cosas, incluso su perro. "Mi mascota estaba muerta y mi auto parecía un acordeón.”

Sandoval dice que comenzó a buscar a los vecinos. Corrió al centro del pueblo, pero no vio a nadie. Otras personas que habían llegado al pueblo durante la mañana le comentaron que mucha gente había huido a los cerros para protegerse del maremoto.

Fue en la cima donde se encontró con su madre. A pesar de que quedó más tranquilo, el mar se había llevado todo el dinero ahorrado durante el verano. Por eso, bajó nuevamente para revisar si quedaba algo entre los escombros.

"Cuando volví, comencé a cavar desesperado entre el barro y vi la bandera. Estaba casi destruida y llena de barro. La miré y me di cuenta que tenía un hoyo al medio", afirma. "Cuando la estaba examinando miré al frente y veo que dos reporteros me están sacando una foto. Así comenzó todo."


Sin embargo, Sandoval reconoce que en ese momento no se imaginó lo que provocaría su imagen. "Yo mostré la bandera sin intención. Ahora me doy cuenta que al ver que estaba rota, simbolizaba que era todo el país que estaba roto por el terremoto. Estamos sucios y embarrados, igual que la bandera, pero aún estamos en pie. Saldremos adelante con la unión de todos.” "Estoy contento de que esta imagen sirva de esperanza para los chilenos, pues hemos sufrido mucho. Ojalá todo salga bien y se pueda reconstruir la zona y el país", agregó.



El artesano  escéptico dijo: "Nunca pensé que mi imagen iba a recorrer el mundo. No pensé que un hecho fortuito iba a generar tanta esperanza".

Estimo que lo que dijo Bruno no es el dicho de un escéptico porque la historia de este mismo episodio de su vida así lo demuestra. Más que un dicho es el mensaje de "todo un hombre" como diría don Miguel de Unamuno.




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