¿Sabías qué?
Se cuenta que sus únicas pertenencias eran un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco. Un día vio a un niño que recogía el agua con sus manos para beber, entonces, se desprendió del cuenco.
“A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente”
Heráclito de Efeso (540 -470 AC)
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